Napoleón bibliófilo

21 diciembre 2021 / / Investigación

Investigación y texto: Norma Alcamán Riffo
Magíster en Literatura

Desde niño, Napoleón Bonaparte fue un gran lector. El primer encuentro con los libros tuvo lugar en la biblioteca de su padre, Carlo María Bonaparte, que tenía alrededor de 1.500 volúmenes, entre los cuales se encontraban los clásicos de la cultura occidental en historia, literatura, filosofía, ciencias. De esta manera, se advierte que su amor por los libros nació tempranamente, en la casa paterna. Como diría años más tarde: “Muéstrame una familia de lectores y te mostraré a las personas que mueven el mundo”.

Napoleón comenzó sus estudios formales en Ajaccio, capital de la isla francesa de Córcega, donde nació en 1769. Sus primeros años de estudio los realizó en la escuela de Ajaccio, pero muy pronto, cuando tenía 9 años de edad, su padre le consiguió una beca para estudiar en la Francia continental. Después de cursar un año en el Collège d’Autun, en 1779 ingresó al colegio militar de Brienne. Posteriormente, fue aceptado en la Paris École Militaire, donde escogió la especialidad de Artillería. Fue durante este período que su deseo de aprender y educarse a través de la lectura, llamó la atención de sus profesores. Al terminar sus estudios, fue nombrado Teniente 2° y destinado al regimiento de La Fère. Además, estuvo en Valence y Auxonne.

“En Valence, puesto bajo arresto forzoso, aprovechó de estudiar el Digesto y fortalecer sus conocimientos de Derecho”. Ilustración de JOB en “Le Grand Napoléon des Petits enfants”, de J. de Marthold

“La estatua Bonaparte”, de Jean-Paul Ravit, inaugurada en Valence en 2010.
Representa a Napoleón leyendo, con tenida de Teniente 2° del Regimiento de La Fère, durante su estadía en la ciudad.

En cuanto a la historia, entre sus autores predilectos encontramos al historiador y militar atenienseTucídides, de quien leyó con gran interés la Historia de la Guerra del Peloponeso, que relata el enfrentamiento entre Esparta y Atenas en el siglo V A.C. Así también, Vidas de los doce césares de Suetonio; Desde la fundación de la ciudad de Tito Livio, que relata la historia de la antigua Roma y La guerra de las Galias, del emperador Julio César, a quien admiró profundamente por sus acciones.

En literatura, leía con agrado al poeta romano Virgilio, autor de La Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. Admirador de El Quijote de Cervantes, fue lector incansable de novelas, que encargaba durante las largas campañas, como la de Prusia en 1806. Diariamente, le llegaban por correo dos o tres libros, pero si estaba muy presionado pedía que suspendieran el envío de las novelas, que en ese momento veía como elementos distractores de sus objetivos bélicos.

Napoleón también fue gran admirador de Voltaire y los enciclopedistas Diderot, D’Alambert y Montesquieu, cuyo Espíritu de las Leyes, ejerció una gran influencia en sus ideas, al igual que El contrato social, de Rousseau.

De lo anterior, resulta lógico preguntarse, ¿Podríamos considerar a Napoleón como un bibliófilo? Veamos: este término se compone de dos partes: biblio (de origen griego, es un prefijo que forma parte del conjunto de sustantivos y adjetivos referidos al concepto de “libro”) y filos (también de origen griego, vinculado al concepto de amigo), de manera que puede comprenderse en dos sentidos:

a.- como persona aficionada a los libros y todo lo que implica (lectura, conocimiento, educación, cultura) y
b.- como coleccionista, es decir, persona que adquiere para sí libros que considera poseedores de cierto valor y los atesora a lo largo de su vida.

En el caso de Napoleón, podemos afirmar que estamos ante un bibliófilo, no tanto en el sentido de coleccionar libros de un autor o tema determinados, sino más bien en cuanto haber sido un gran lector que podía leer hasta tres obras en un día, una persona que tuvo varias bibliotecas especializadas en sus temas de interés, que disponía de bibliotecarios que trabajaban exclusivamente a su servicio, que supo apreciar en los libros el valor que tienen como transmisores por excelencia de todo el conocimiento. Ellos lo acompañaron durante largas horas y le transmitieron tanto un elevado nivel de educación, como una vasta cultura.

Frontispicio del libro Napoléon Bibliophile. Recherches spéciales de psychologie napoléonienne, avec documents inédits, de Gustave Mouravit. Forgotten Books, Paris, France, 1905.

“Tener libros, incluso tener una biblioteca organizada, todo al alcance, en cualquier momento, para atender necesidades e imprevistos, según la organización conformada y perpetuamente renovada por la actividad de su inteligencia universal (…), esto era para Napoleón, desde el principio, siempre, en todas partes, hasta su carrera militar, una preocupación constante, tal vez el único hábito del que sufrió la tiranía” (Gustave Mouravit).

Portada del libro Napoléon Bibliophile. Recherches spéciales de psychologie napoléonienne, avec documents inédits, de Gustave Mouravit. Forgotten Books, 2018, 152 páginas. Forgotten Books es una editorial con sede en Londres que se especializa en la recuperación de libros antiguos relevantes, tanto de ficción, como de no ficción.

Portada del libro Napoléon et les Bibliothèques. Livres et pouvoir sous le Premier Empire, de Charles-Éloi Vial.

“Napoléon Bonaparte lisant”. Dessin d’Édouard Detaille publié dans l’edition 1902 de Napoléon intime par Arthur Lévy.

A continuación, realizaremos un recorrido cronológico por las principales etapas de su vida militar y veremos cómo, en cada una de ellas, los libros están presentes.

La campaña de Egipto

Aquí encontramos su primera “biblioteca portátil”. Cuando partió a Egipto, llevó soldados, regimientos y batallones. Al centro, avanzaban protegidos los recursos principales de la expedición: asnos (que implicaban fuerza de trabajo) y científicos (que implicaban el poder del conocimiento). De esta manera, se evidencia que la campaña a Egipto no solamente fue militar, sino también científica. Cabe señalar que la biblioteca portátil lo había acompañado anteriormente durante la campaña en Italia (1796-1797), pero en Egipto (1798), presentaba una estructura, selección y orden temático más depurados. En esta campaña, estudió la Biblia durante los largos desplazamientos.

“Bonaparte ante la esfinge”, pintura de Jean-Léon Gérôme, 1868.
Contemplando esa inmensidad, señaló: “El desierto es un océano inmóvil.”

El primer bibliotecario de Napoléon

En la oficina de Napoleón en las Tullerías durante el período del Primer Imperio Francés (1804-1814), lo más importante era la biblioteca, por lo mismo, tenía estantes con capacidad para 10.000 libros, sin contar que además había muchos otros libros en las dependencias de la residencia imperial. Es por esto que Napoleón disponía de un Bibliotecario personal: el Abate Denina, proveniente de Turín y que antes había sido el Bibliotecario del Emperador Federico II de Prusia, por el cual sentía gran admiración. Sin embargo, el cargo fue solamente honorario, pues no ejerció. En su lugar, trabajó Louis Madeleine Ripaut hasta 1807, quien -durante la campaña en Egipto en 1798- acompañó a Napoléon. Previamente, organizó escrupulosamente la Biblioteca Portátil. Así también, trabajó en las Tullerías, el Castillo de Malmaison y otros palacios imperiales.

Louis Madeleine Ripaut, Bibliotecario de Napoleón.
Retrato de Luis XVIII de Francia en su gabinete de Las Tuillerías, que antes había pertenecido a Napoleón.

En los diferentes palacios y castillos donde vivó a lo largo de su vida, su despacho para trabajar siempre incluía una biblioteca y el espacio era cuidadosamente amueblado, con un estilo bello, elegante y funcional. Por esto, podemos citar las bibliotecas del Château Malmaison, el Trianón, las Tullerías, Saint-Cloud, la Compiègne, el castillo de Rambouillet y el de Laeken, hoy residencia oficial de la monarquía belga. Cada residencia incluía más de 30 mil volúmenes, para “enriquecer el conocimiento”, como decía el emperador.

Escritorio de Napoleón en el Château de Malmaison


Palais des Tuileries

Napoléon dans son cabinet de travail (et bibliothèque) avec un enfant (son fils ¿).
Illustration anonyme publiée en 1921 par Raymond Guyot

A continuación, podemos observar el “Retrato de Napoleón en su gabinete de trabajo” (“Napoleon dans son bureau”), donde se encuentran varios libros, papeles enrollados, planos. La ropa arrugada y el pelo desordenado, además de las velas casi consumidas y la hora del reloj (4:13 horas de la madrugada), son indicios de que ha pasado toda la noche trabajando. Tal vez escribiendo las leyes del Código Napoleónico, puesto que la palabra “Código” destaca entre los papeles y documentos del escritorio. Cabe destacar que este cuerpo legal es una de las fuentes del Código Civil chileno.

“Napoleon dans son bureau”, de Jacques-Louis David, 1812.

Su biblioteca favorita y la que dedicó más cuidado y esfuerzo para dotarla de los mejores libros, fue la de Fontainebleau, que ya no existe, pero la mayoría de su valioso contenido se encuentra en la galería de Diana, mandada a construir por Napoléon III.

Biblioteca del Château de Fontainebleau.

En Fontainebleau fue lector constante de la biblioteca de Luis XVI. Incluso se comentaba que, para optimizar el tiempo mientras se bañaba, ordenó instalar una tina con una repisa metálica para acomodar el libro y poder disfrutar la lectura sin mojarlo.

Antes de partir a Egipto, Napoleón ordenó a su bibliotecario (que más tarde fue nombrado miembro del instituto de Egipto) organizar una biblioteca para llevar durante el trayecto. Debía ser para su uso personal y posteriormente para el Instituto de Egipto, que se ocuparía del estudio y desarrollo del territorio de las nuevas conquistas. Como parte de su estrategia militar, se informaba de cuestiones tan útiles como la topografía del lugar que pensaba invadir y, si observamos los contenidos principales de la biblioteca, encontramos: diccionarios generales, libros de idiomas, geografía, historia natural, matemáticas, astronomía, medicina, cirugía, física, química, arquitectura, memorias históricas, poesía y arte. Esto constituía el primer núcleo de su biblioteca.

Una de las cajas de la biblioteca portátil de Napoleón.

Portada del libro Napoléon et ses bibliothèques portatives (Éd.1843), de Louis-Nicolas Barbier.

Si desean saber más acerca de las bibliotecas portátiles, les recomiendo la lectura de Charles-Éloi Vial: “Les libres à la guerre: les bibliothèques portatives de Napoléon I°”:

https://www.academia.edu/2384005/Les_livres%C3%A0_la_guerre_les_biblioth%C3%A8ques_particuli%C3%A8res_de_Napol%C3%A9on_Ier_

Napoleón tenía en alta consideración el significado del libro. Esto lo llevó a regalarlos a diversas personalidades de la época. Se trataba de ediciones muy cuidadas y lujosamente encuadernadas. Para sí mismo, los consideraba como su instrumento de trabajo, de consulta y de conocimiento. Por lo mismo, los prefería de formato en 12o, que le resultaba más cómodo y dúctil. Como sabemos, los libros se imprimían en grandes pliegos de papel que luego se doblaban formando los cuadernillos que componían el libro. Según el tamaño de las páginas, el pliego se doblaba en cuatro, en ocho, en doce, y de allí esa indicación del formato. Un formato «en 12o» vendría a ser lo que hoy es un libro de bolsillo. Además, sin márgenes, para evitar perder espacio. Cuando viajaba en carruaje, si el libro que estaba leyendo no le parecía lo suficientemente interesante, los tiraba por la ventana. A veces, los oficiales que venían atrás a caballo, los recogían para ellos.

En 1809, se publicó el primer volumen de Descripción de Egipto (el título completo, era Descripción de Egipto o una colección de observaciones e investigaciones que fueron hechas en Egipto durante la expedición del Ejército francés), que formaba parte de una colección que fue publicada entre 1809 y 1829, que fue el resultado de un arduo trabajo de investigación de alrededor de 160 científicos que viajaron con Napoleón en la invasión a Egipto en 1798. Además, iban 400 artistas (incluyendo 200 dibujantes y grabadores) y técnicos, todos los cuales participaron en esta magna obra.

Frontispicio del primer volumen del libro Description de l’Égypte, 1809.

Foto: Sotheby’s. Primera edición completa, compuesta por 23 volúmenes.

La Batalla de Marengo

Tuvo lugar en Alessandria, en la región del Piamonte en Italia y resultó ser una victoria en todos los aspectos. En junio de 1800, Napoleón casi pierde en Marengo y, gracias a la intervención del General Desaix, amigo suyo, la batalla se resolvió a su favor.

A partir de 1801, Napoleón comenzó a seguir cuidadosamente la prensa internacional, para estar al tanto de lo que sucedía en otros países y saber cuál era la imagen transmitían de él y de Francia.

En 1805, se publicó el libro Relation de la Bataille de Marengo par Napoleon Bonaparte, cuyo autor fue Louis Alexandre Berthier, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Francia. Este libro se transformó en un medio para glorificar la empresa napoleónica.

Foto: WH01831D Relato de la batalla presentado al emperador sobre el campo de combate el 14 de junio de 1805. Litografía de Carle Vernet. Imagen: White Images / Scala, Firenze.

Antoine Alexandre Barbier, Bibliotecario de Napoleón.

Napoleón continuó viajando con su biblioteca portátil. Las cajas que contenían los libros eran de acacia, cuya madera se caracteriza por su dureza. Aquí se advierte cómo Napoleón ponía atención hasta el más mínimo detalle en todo, pues resulta simbólico que la cruz de Cristo fue construida con esta madera, precisamente. Estas cajas tenían unas manillas que facilitaban su transporte. Los libros iban protegidos y permanecían a la vista de Napoleón mientras trabajaba.

La campaña en Rusia

Napoleón escogía los libros que lo acompañarían dependiendo de la campaña o la necesidad que tenía en el momento. Cuando partió a Rusia en 1812, además del tema topográfico, pidió libros sobre historia militar rusa, literatura rusa y sobre la región. Además, llevaba libros clásicos, como Cicerón, Plutarco y del arte militar en la antigüedad. Los libros que le encargó a su Bibliotecario Barbier y que éste no logró conseguir, se pidieron prestados a diversas bibliotecas.

La Batalla de las Naciones y la Batalla de París

En 1813, Napoleón está en retirada después de su fallido intento de invadir Rusia. Los ejércitos de la Coalisión se agruparon y lograron derrotar a los franceses en la Batalla de Leipzig, que fue el mayor enfrentamiento armado de las guerras napoleónicas. Luego, en 1814, tuvo lugar la Batalla de París entre la Sexta Coalisión (Rusia, Austria y Prusia) y el Imperio Francés. Napoleón sufre una fuerte derrota y, tras una serie de sucesos, firmó la abdicación en el Château de Fontainebleau y parte al exilio.

Batalla de Waterloo

Tuvo lugar en 1815 contra Prusia y Gran Bretaña. Fue la última batalla de Napoleón. En esta oportunidad, perdió gran cantidad de libros, que cayeron en manos prusianas.

Como suele ocurrir con los grandes lectores, Napoleón tenía una memoria notable. Incluso se dice que podía dictar hasta 14 cartas simultáneamente. Para ello, ponía 14 escribanos en fila india y comenzaba a dictar 14 cartas distintas, párrafo por párrafo, al primero, luego al segundo y así sucesivamente. Cuando terminaba de dictar al último, regresaba al primero y, sin preguntar en qué parte había quedado, continuaba dictando la carta.

Batalla de Waterloo, óleo de William Sadler.

Exilio en la Isla de Elba

Antes de partir a la isla de Elba, Napoléon pasó 9 días en Fontainebleau con Barbier, su bibliotecario, seleccionando los 691 libros que se llevó. Después de Waterloo pidió al mismo bibliotecario el envío de 588 libros de la biblioteca del Trianón, además de que le encargó que le comprara libros en Estados Unidos, país adonde esperaba poder trasladarse.

Posteriormente, Napoleón encargó 2.378 volúmenes para que le fuesen enviados desde Fontainebleau, cuyo inventario se conserva en la Biblioteca Nacional de París. Aún en el exilio, no renunció al placer de tener “une bonne bibliothèque”, pues sentía un gran interés por conocer al ser humano, el mundo que lo circunda y la cultura.

¿Cuáles eran las materias de los libros? de historia antigua, cultura greco-latina, historia moderna de Francia, historia de Córcega (su isla natal). De literatura, principalmente los clásicos griegos, como Hesíodo y Homero. También autores latinos, como Virgilio y Ovidio. Además, la obra de Voltaire. También le gustaba el teatro, tanto el género de la comedia (Molière, Regnard y Dancourt), como la tragedia (Racine). Finalmente, huye de la isla y retorna a Francia. Entonces, se provee de libros sobre Norteamérica porque conserva la esperanza de ser exiliado y enviado a América. Pero, lamentablemente para él, los ingleses lo enviaron a Santa Elena, un peñasco azotado por vientos tempestuosos y con intensas lluvias.

Durante su estadía en la isla de Elba, Napoleón escribió una novela corta, Clisson el Eugénie, cuyo protagonista era un heroico soldado francés. Cabe señalar que Napoléon tiene muchos coleccionistas bibliófilos, de manera que esta obra salió a subasta en US$250.000 (doscientos cincuenta mil dólares) en 2016. Para mayor información al respecto: https://www.lecturalia.com/blog/2016/09/09/la-novela-escrita-por-napoleon-bonaparte-sale-a-subasta/

Portada de la novela “Clisson et Eugénie”, escrita por Napoleón. Versión francesa publicada por Fayard, 2007, 126 páginas.

Logo oficial de la Isla de Elba para la conmemoración de los 200 años de Napoleón.

Si desean profundizar en esta parte: http://revista.reicaz.es/n-019/napoleon/

La isla de Santa Elena

Esta isla lejana e inaccesible será la última residencia de Napoleón, donde vivió desde 1825 hasta 1821.

Napoléon: Écrits clandestins de Sainte-Héléne. Textes présentés et annotés par Pierre Branda. Edit. Perrin, 2021

Portada del libro “La bibliotèque de Napoléon à Sainte-Hélène”, de Víctor Advielle.

Portada del libro “La dernière passion de Napoléon. La bibliothèque de Sante-Hélène”, de Jacques Jourquin.

El tercer y último bibliotecario.

Fue el mameluco Alí, quien también cuidará de Napoleón. La biblioteca nace en 1815, cuando Napoleón pide a Barbier reunirle cerca de 2.000 volúmenes mientras esperaba que el gobierno inglés le concediera viajar a América, cosa que no ocurrió.

El verdadero nombre del mameluco Alí, era Louis Étienne Saint-Denis, quien tuvo un rol importante en Santa Elena.

Louis Étienne Saint-Denis nació en Versailles el año 1788. Más tarde, en 1806, entró al servicio de Napoleón, pasando a ocupar el rol de lacayo en 1811. Posteriormente, lo acompañó en los exilios en la isla de Elba y en Santa Elena. Por su labor y el aprecio que le tenía, Napoleón lo incluyó en su testamento. Fue condecorado con la Legión de Honor en 1854. Por último, falleció en Sens (Yonne) en 1856. Sus memorias se publicaron en 1826 y su Journal du retour des cendres en 1840.

Para saber más al respecto: https://shannonselin.com/2013/12/louis-etienne-saint-denis-napoleons-french-mameluke/

Portada del libro “Mameluke Ali with napoleon from the Tuileries to St. Helena”. Author LouisÉtienne Saint-Denis. 1922.

Portada del libro “Mameluke Ali with Napoleon from the Tuileries to St. Helena”. Author LouisÉtienne Saint-Denis. Leonaur, 2014.

Para complementar el artículo:
https://www.france-pittoresque.com/spip.php?article15743&fbclid=IwAR2_DQBFFXGnnp03Haao_Gr2Iq58CAnqdyq2OQBttkgZLemrG3iat9N-ZGw

Además de gran lector y novelista, Napoléon fue también un gran autor epistolar. Se conservan alrededor de 40.500 cartas firmadas por él entre 1784 y 1821. Muchos años después, las editó la Fundación Napoléon y las publicó Fayard con el título de “Napoléon Bonaparte: correspondance générale”, en 15 tomos. El primero en 2002 y el último en 2018.

Napoléon Bonaparte: Correspondance générale. Publiée par la Fondation Napoléon. Tome premier: Les Apprentissages. 1784-1797.

Finalmente, en 1821, Napoleón fallece. Inicialmente, fue enterrado en el mismo lugar de su muerte, la isla de Santa Elena. Más tarde, fueron llevado a Les Invalides, en París, donde sus restos reposan hasta la hoy.

Tumba de Napoleón en Les Invalides, París.

De esta manera, hemos realizado un recorrido por la vida de Napoleón que nos ha permitido constatar que, en efecto, fue un bibliófilo en el sentido de sentir pasión por los libros, por la importancia, presencia e influencia indesmentibles que tuvieron en su vida. Fueron sus leales amigos, que lo acompañaron y formaron en su niñez, su juventud y vida adulta, durante los días de estudio y las noches de trabajo, en tiempos de guerra y de paz, en días de gloria y de derrota, de protagonismo histórico y de exilio.

En definitiva, más allá de las consideraciones que se pudieran hacer en torno a este personaje histórico, el hecho que sea uno de los más poderosos, conocidos y estudiados, es indicio cierto de cuán importantes son los libros en la formación, la educación y el conocimiento, porque en su caso particular, indiscutiblemente tuvieron un rol tan determinante como trascendente.