Hermandad de la Costa: fraternidad de corsarios y piratas

30 junio 2022 / / Cultura Marítima

Por Raúl Jesús Romero Goenaga (1)
Hermano “Gran Rajadiablos” de la Nao Valparaíso
Santiago de Chile, marzo de 2022

Introducción
A mis fraternales Hermanos de la Costa y
a todo lector que de corazón desee conocer de ella.

“La Hermandad de la Costa de Chile es una comunidad espiritual, orientada a unir y relacionar fraternalmente a todos los hombres amantes del Mar, en cualesquiera de sus manifestaciones, tales como la pertenencia a instituciones relacionadas con él, el trabajo en faenas marítimas, portuarias, pesqueras o de investigación oceanográfica, la práctica de deportes náuticos, o el cultivo de las artes en lo referido a él, que tengan un espíritu noble, generoso, libertario y tolerante.”

Ordenanzas y Protocolos de la Hermandad de la Costa de Chile, Capitulo I, Artículo 1º: Introducción.

Este Ensayo libre, que va dirigido a quienes no conocen la Hermandad de la Costa de Chile, pero quizás han oído algo de ella, gira en torno a los antecedentes básicos referidos a los Corsarios y a los Piratas que figuran en el correspondiente capítulo de la Guía del Postulante (páginas 12 y 13) de la Hermandad de la Costa de Chile.

Desarrollo
Distinción entre “el mar” y “la mar”
La Hermandad de la Costa gira simultáneamente en torno a dos sujetos y a una relación muy especial que los une a ambos. Los sujetos son, por un lado, los hombres y, por el otro, el Mar; mientras que la relación es la del amor respetuoso de esos seres humanos por “la Mar”, una dinámica recíproca de dar y recibir cosas conmutativamente, porque ambos dan y ambos reciben algo preciado y reconfortante como es la energía del amor.

Por cierto, cabe reconocer que ese Mar puede ser visto por partida doble: a.- el mar entendido objetivamente, como lo sería desde el punto de vista náutico, comercial, hidrográfico, militar, de transporte y b.- la mar, entendida más bien como la faceta romántica y poética del quehacer marinero.

Los piratas y los corsarios, desde dos puntos de vista: histórico y romántico
En este mismo sentido, el sujeto puede ser también apreciado desde los mismos dos puntos de vista, es decir el objetivo y el subjetivo. Es por esta razón que las figuras paradigmáticas tanto del Pirata (o también filibustero y bucanero, según corresponda) como del Corsario pueden ser observadas desde esos mismos dos prismas:

a) Punto de vista histórico u objetivo: podemos dar cuenta que desde la Colonia el territorio del actual Chile fue asolado por piratas y corsarios, principalmente porque la cantidad de minerales (en su mayoría oro y plata), extraídos desde las nuevas colonias, despertó la codicia de los demás países europeos que, celosos de las riquezas que estaba disfrutando la corona española, iniciaron violentos asaltos a los navíos que transportaban el preciado botín. Cualquiera estrategia era válida para ser partícipe de esta nueva fortuna encontrada en el nuevo continente.

Por ello, desde mediados del siglo XVI y hasta el siglo XVIII, las costas de América fueron constantemente devastadas por corsarios y piratas, quienes, motivados por intereses personales o bajo las órdenes de los gobiernos de sus respectivos reinos, tenían por objetivo saquear los suculentos cargamentos y romper con el estricto monopolio español.

Así es como nuestra historia patria contiene registros que dan cuenta de incursiones piratescas desde fines de 1578, cuando el corsario inglés Francis Drake atacó el puerto de Valparaíso, llevándose un importante cargamento de oro y provisiones que tenían como destino final el Perú.

De ahí en adelante, corsarios y piratas asolarían de manera intermitente las costas chilenas. Tanto ingleses como holandeses, entre los que destacaron Woodes Rogers, Lord George Anson, Enrique Brouwer y Elías Herckemans, no sólo arrasaron con las mercancías, sino que también sembraron el temor en varias ciudades costeras del país, saqueándolas e, incluso, incendiándolas. Esto motivaría la construcción de diversos fuertes, como los de Niebla y Corral (en las cercanías de Valdivia), desde los que se defendían los asentamientos españoles.

Un peligro mayor fue la presencia de corsarios holandeses. En 1599 llegó una primera flotilla, cuyo destino final era la costa asiática, quienes se dirigían no sólo a la captura de galeones comerciales y el contrabando de mercancías, sino también incluyeron un intento de colonización en Valdivia e, incluso, una alianza con los mapuches.

Por su parte, la isla de Chiloé fue la base de operaciones de los corsarios holandeses. Desde allí organizaron los ataques a los diferentes puertos de la Capitanía General de Chile.

Las incursiones continuaban en las costas del Perú, buscando los galeones españoles que llevaban hacia la metrópoli todas las riquezas del virreinato. Entre ellos, el holandés Sebald de Weert.

Los corsarios y piratas asolaron a menudo los puertos chilenos. La aparición de sus naves en nuestras costas era tenida como verdadera calamidad nacional. La extensión de nuestras costas y la falta de medios eficientes impedían una defensa eficaz y quedaban los puertos a merced del abuso y tiranía del corsario o pirata que exigía grandes sumas por el rescate.

Impresionantes recuerdos nos han dejado corsarios como Drake, Cavendish y el pirata Sharp. De hecho, aún quedan recuerdos de aquellos piratas en nuestro país. Como, por ejemplo, los tesoros enterrados en cavernas ubicadas en la costa de La Herradura, Coquimbo, que ha llevado a centenares de personas en su búsqueda, sin éxito; y también el tesoro de Lord Anson, enterrado en la Isla de Juan Fernández, que es objeto de búsqueda en la actualidad.

Ahora bien, todos estos datos históricos son, evidentemente, la faz objetiva a que hemos hecho alusión.

b) Punto de vista romántico o subjetivo: por otra parte, todo Hermano de la Costa, particularmente de la de Chile, precisamente por esta herencia de andanzas de Piratas y Corsarios, debe saber apreciar la otra cara del asunto.

Muy probablemente, hoy en día es la leyenda romántica de los arquetipos universales del Pirata y del Corsario, la que motiva a que, de manera lúdica, hombres adultos asuman juegos de rol en clave piratesca o corsaria, sumando a ello tanto a sus mujeres (Cautivas y/o Esclavas) como a sus descendientes: Sirenitas (las hijas) y/o Escualos (los hijos).

Lo más seguro es que, cada uno de los miembros de la Hermandad de la Costa, responda a uno u otro de estos dos arquetipos de toda una vida: o somos “Piratas” o somos “Corsarios”.

Los Piratas, sólo respetan a Neptuno, a su familia y a sus pares, todo bajo la bandera negra pirata; mientras que éstos, los Corsarios, además de todo lo dicho, respetan a su Patria a la que sirven mediante una patente de Corso, por lo cual, cambian su enseña por su bandera nacional.

A modo de ejemplo, hay que resaltar que dos tercios de los oficiales que conformaron nuestra primera Escuadra Nacional, esto es la Escuadra Libertadora del Perú, fueron marinos extranjeros de origen británico, norteamericano y francés, quienes eran los únicos marineros con experiencia, siendo para ellos era más atractiva la alternativa de embarcarse en unidades dedicadas al corso o piratería, que servir a bordo de la Escuadra Nacional.

Pero, además, podemos citar como precedente a la Expedición Libertadora en cuanto a la importancia del medio marítimo, las acciones de corso naval que desarrollarían las nacientes fuerzas navales argentinas contra la marina española, a quienes derrotarían en las aguas de Montevideo logrando capturar importantes buques: esto refleja la importancia que se le daba a los Corsarios a falta de naves y marinería nacionalmente formada. Todo, para obtener recursos del mar, así como debilitar al enemigo cortando sus líneas de comunicaciones esencialmente marítimas.

Conclusión
En fin, estas líneas a modo de ensayo libre, intentan mostrar que hay una historia chilena plagada de escaramuzas de Piratas y Corsarios, que estuvieron de paso por nuestras tierras. Se trata de historias que debemos conocer y transmitir como la herencia intangible de quienes son nuestros antepasados de correrías náuticas.

Por cierto, esta Hermandad de la Costa no versa sólo de conocimientos de historia, sino que, quizás más importante aún, trata de un sentimiento romántico de ir por la vida de manera itinerante buscando tesoros que colmen nuestro corazón de conquistas aún juveniles de todo tipo y de destinos paradisíacos inolvidables donde envejecer a cuerpo de rey.

Ustedes, querido lectores, ¿Con cuál arquetipo de piratas y corsarios se sienten identificados?

Raúl Romero
Hermano “Gran Rajadiablos” de la Nao Valparaíso